EL TURISMO EN LA NATURALEZA
Planificación y Ordenamiento Turístico
Por Gustavo Lachica
Desde hace bastante tiempo, el término Ecoturismo o turismo ecológico viene escuchándose en dos ambientes que históricamente se han reconocido en veredas opuestas. Estos son, el turismo y la conservación de la naturaleza.
Esta actividad presenta un desafío de convivencia y mutuo respeto profesional entre ambas partes, sin lo cual cualquier emprendimiento para desarrollar programas turísticos en áreas naturales puede traer consecuencias ambientales irrecuperables para la naturaleza de nuestro país.
Sabemos hoy que la etiqueta de ecoturismo puesta a cualquier área natural no es suficiente para convertirla en lo que no es. En principio, no debería calificarse como turismo ecológico al que se basa en lo favorable de un solo factor ambiental, como puede ser la nieve, o varios de ellos, como el sol, el calor o las aguas termales, ya que son visitados por personas cuya motivación no es observar la naturaleza.
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El Ecoturismo consiste en la realización de un viaje a un área natural con el objeto de interpretar, admirar, gozar o estudiar el entorno natural, o específicamente alguno de sus componentes faunísticos, florísticos y geológicos, así como también, cualquier manifestación cultural presente o pasada. Es una atractiva posibilidad de transmitir un mensaje educativo a un gran número de personas, tanto visitantes como comunidades cercanas a las áreas naturales ya que de ellas depende, en gran medida, su preservación. Al mismo tiempo, es un excelente ejemplo de uso sostenible de los recursos naturales, procurando un manejo racional sobre el impacto que pueda producir en el ambiente del cual se está nutriendo.
Pero otra variante del turismo en la naturaleza es el Turismo Aventura, que puede vincularse con el ecológico si el área elegida para practicarlo tiene esas características; aunque esto no es imprescindible porque la motivación principal de las personas que prefieren esta modalidad es vivir experiencias de un cierto grado de riesgo, como el rafting en su vertiginoso descenso; el montañismo en lugares apartados; las travesías a caballo por estepas o lugares montañosos; el cicloturismo por senderos del bosque; las travesías en vehículos todo terreno por brechas y caminos precarios; asi como el trekking por distintos tipos de terrenos y paisajes.
La operación de los servicios correspondientes tanto al Ecoturismo, como al Turismo Aventura requiere un cierto grado de especialización, porque el turista que gusta de este tipo de experiencias es muy exigente en cuanto a los siguientes aspectos: seguridad personal, calidad del equipo que se esté utilizando, buen estado de mantenimiento de los vehículos, calidad de las comidas y bebidas, conocimiento cierto y seguro de los guías, y nivel de excelencia del escenario natural asociado a la sorpresa y emoción que espera vivir durante la "aventura".
Para llevar adelante cualquiera de estas dos alternativas turísticas, el estudio del ambiente natural debe efectuarse "con el hombre dentro", porque la actividad se pone en movimiento sólo cuando se permite que las áreas naturales sean visitadas. Por lo tanto, en cada caso hay que estudiar el impacto de la presencia humana en los ecosistemas que se quieren utilizar turísticamente, para evitar así que personas que no forman parte de los mismos, puedan afectarlos con su comportamiento mientras permanecen en ellos.
La creciente cantidad de adeptos que buscan un mayor grado de
acercamiento a la naturaleza practicando actividades
turístico-deportivas como el
cicloturismo, el trekking, el turismo en canoa o las cabalgatas,
ha provocado la necesidad de analizar y desarrollar ordenadamente
estas actividades en el área de la Administración del Parque
Nacional Nahuel Huapi. |
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Afortunadamente este organismo supervisa la habilitación que los Operadores de estas actividades deben obtener, luego de solicitar su inscripción y presentar el Informe Medio Ambiental correspondiente. De esta forma quedan debidamente acreditados para organizar y ofrecer sus programas a las personas o grupos que han decidido aprovecharlos turísticamente. Al mismo tiempo, este procedimiento garantiza al turista la idoneidad de la persona que lo guía y conduce, evitando así que las malas prácticas se aprovechen de algún visitante
desprevenido.
Elementos a Considerar
Cualquier iniciativa que pretenda llevar adelante el aprovechamiento de los recursos turísticos de un área en cuestión, deberá considerar de manera clara y objetiva, que la misma provocará un efecto en las variables que operan sobre el equilibrio establecido.
La intensidad de ese efecto estará de acuerdo, en primera instancia, con las variables afectadas y su capacidad de regular o amortiguar los cambios a los que se vean sometidas; es decir, serán las particulares características de ese entorno las que determinen la carga que sea capaz de soportar.
En segundo lugar, dicha intensidad estará relacionada con características de la demanda, determinada por el número de personas que visitarán el atractivo anualmente, el tiempo que permanecerán cada una de ellas en el sitio, el tipo de actividad que van a realizar y la distribución anual de esa presencia. Sin embargo, no hay que confiar en que el problema se soluciona simplemente limitando el número de personas y distribuyéndolas en forma equilibrada; porque si no se controla su conducta, la presencia humana puede ser altamente negativa.
El planteo básico para encarar el aprovechamiento turístico de un ecosistema delicado como éste, tiene que encontrar el punto justo entre la distancia que separa al turismo comercial (de tipo masivo) del conservacionismo tradicional, que lo limita todo lo posible. La búsqueda de ese punto tiene que ser estratégica, porque se trata de establecer un vínculo entre un planteo económico, que intenta optimizar los recursos, con la conservación de un sistema biológico en equilibrio.
Consideramos que tanto el trekking y el cicloturismo, como el canoeing y las cabalgatas son actividades que fácilmente puede convocar al encuentro de muchos de estos aspectos favorables y congruentes con lo mencionado.
Para el ciclista, por ejemplo, la senda, con su particular nivel técnico y grado de dificultad, es el atractivo y motor de la actitud deportiva que lo lleva a recorrerla, generando una demanda siempre insatisfecha, cuyo límite crítico deberá situarse mucho antes de provocar niveles de deterioro irreversibles.
La aplicación de correctos criterios de manejo, tanto de los representantes de la demanda, como de la autoridad administrativa, deberá velar por el equilibrado sostén de estos recursos; y todos los medios para cumplir con estos objetivos, deberán estar en un todo de acuerdo con las metas de la conservación de la naturaleza, conteniendo un fuerte componente de educación ambiental, para crear conciencia y generar opinión sobre el camino que está tomando el hombre en relación con su ambiente.
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